Felicito y Mabel quieren bautizar a su hija y Miguel es el elegido para ser el padrino de la pequeña, por eso todos acuden a la iglesia para saber cuáles son los requisitos que deben cumplir. Uno de ellos es tener que confesarse.
Felicito comienza y le dice al padre Pepín que su soberbia no lo deja seguir sus instintos y estar con Gertrudis. Mabel continúa y confiesa que, a pesar de amar con locura a Felicito, le fue infiel con la persona menos indicada. Miguel termina diciendo que odia a su padre y que toda la vida ha fingido que lo quiere.