Su Nochebuena es muy tradicional, tanto así que la define como "extra tradicional". Suele pasarla en su hogar compartiendo en familia, a la espera de que sea la una de la mañana para irse a la cama después de abrir los regalos.
Este bogotano ha concebido la Navidad de manera diferente a través del tiempo. En su niñez era la ilusión de los regalos del Niño Dios. De joven, la rumba. Y de adulto, por la madurez, entendió que es muy importante no sólo compartirla con la familia sino con Dios.
Por eso es agradecido. "Durante este año he conseguido una conducta de carácter espiritual diferente, aunque tengo trabajo, una familia y recursos económicos para vivir. Me hacía falta algo. Este año he estado muy cerca de Dios".
Hernán, como todos, ha pasado en su vida tragos amargos y dulces. Uno de los buenos momentos que vivió con respecto a la noche de Navidad fue en su casa paterna. Recuerda la reunión que tuvo con una familia alemana. "No les entendía nada por el lenguaje, pero en la cena se dio una simpatía especial. Fue una noche inolvidable".
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Recuerda con satisfacción este año que finaliza y cree en el deber cumplido. "Perseveré y me logré mantener". Aunque reflexiona en la profesión y en el negocio de la comunicación social, cree que para el próximo año es importante adquirir un mayor grado de responsabilidad social. Y así piensa en el porvenir.
Si fuera Papá Noel, Hernán le daría cómo regalo a Colombia la paz, aunque para muchos se haya convertido en una frase de cajón y le anexaría la libertad.
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Se despide deseándoles a los colombianos tranquilidad, amor y lo más importante: que Dios los guarde en esta Navidad. Él lo sabe. Lo sintió muy cerca este 2008.
Manuel Quintana