Los días en el convento no han sido fáciles para la joven, quien a pesar de no estar del todo cómoda allí sigue convenciéndose a sí misma de que debe estar en ese lugar, aunque la superiora la haga verse expuesta ante incómodas situaciones.
En medio de la tristeza, la soledad y el encierro, la hija de Pedro de Heredia recibe una primera visita de Juan, quien es testigo del sufrimiento que está teniendo Sol. Así mismo, aprovecha la oportunidad para preguntarle por qué Manolo había cambiado de opinión durante su juicio, principalmente porque es consciente de que el joven lo odia.
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En medio de la desconfianza, la joven le pregunta si Catalina lo había enviado, sin embargo, Juan es sincero al decir que él quería verla ya que la extraña con gran intensidad.
La segunda visita consiste en su madre, Constanza, quien busca la forma para ver a su hija. Debido a la negativa de la superiora, quien le exalta que las reglas son para todas, la mujer se ve obligada a utilizar una estrategia. "Tendré que regresar a casa, no solamente con la donación que traía para el convento, sino con mi hija también. ¿Quiere usted acompañarme a su habitación o prefiere llamar a alguien para que lo haga?", le dice con actitud retadora.
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Por otra parte, Manolo aparece en medio de la superiora y la madre de Sol para decir que no considera conveniente que la vea, pues cree que ella necesita estar aislada y reflexionar, a menos que quieran que su vida siga por el rumbo en el que estaba.
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