A lo largo de las semanas previas al enlace real del pasado sábado, hubo dos nombres que se barajaron entre los posibles grandes ausentes en el evento: el padre de la novia, que finalmente no pudo acudir debido a sus problemas de salud, y el abuelo paterno del novio, el príncipe Felipe.
En el caso del marido de Isabel II, seis semanas antes se había visto obligado a someterse a una operación de cadera que le obligó a pasar once días ingresado y otros tantos guardando reposo ya en la comodidad de su hogar, por lo que muchos dudaban de que pudiera recuperarse a tiempo para la boda de Enrique y Meghan. Sin embargo, una semana antes del gran día el palacio de Buckingham confirmó su presencia y apenas unos días antes el duque de Edimburgo se dejaba ver por primera vez en público sin sus muletas.
Ahora un informante de la casa real ha revelado que el príncipe de 96 años bien podría haberse perdido la boda debido a una desafortunada caída en la bañera que le provocó una fisura de costilla.
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"El duque no es aficionado a las duchas y prefiere bañarse. Pero es un hombre determinado y nada le iba a impedir estar presente y tampoco estaba dispuesto a utilizar ayuda para caminar", ha asegurado dicha fuente al periódico The Sun.
Lo cierto es que las consecuencias de ese accidente podrían haberse sido mucho más graves que obligarle a perderse el paso por el altar de su nieto, en vista de que su estado de salud aún estaba en un momento delicado.
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Por: Bang Showbiz
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