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Ciencia y bondad, la fórmula perfecta para ayudar a los niños con cáncer

Detrás de esta compleja enfermedad se esconden grandes historias que inspiran a trabajar en pro de quienes la padecen.

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Luchar contra el cáncer no es una tarea fácil y mucho menos cuando se es un niño que apenas está aprendiendo a disfrutar las cosas de la vida. Esta condición lleva a los más pequeños a enfrentarse a un mundo totalmente desconocido, lleno de doctores, máquinas, medicamentos y en especial, muchas preguntas sin responder. En un principio el panorama parece ser poco alentador, pero después de escudriñar el tema, es posible descubrir que hay personas muy interesadas en inyectarle felicidad a la vida de estos seres.

La Fundación María José hace parte de las múltiples organizaciones que existen en el país, dedicadas al cuidado de niños con cáncer. Esta iniciativa surgió después de que Yipsel Bello, fundadora de la entidad, lograra concebir a una bebé, que con el paso del tiempo empezó a presentar problemas de salud por la presencia de un tumor. Aunque enfrentó junto a sus padres un largo proceso médico, el 3 abril del 2004 dio su último respiro.

El dolor que produjo la partida de la pequeña María José se transformó poco a poco en inspiración. Tras siete meses de su ausencia, Yipsel emprendió un proyecto para ayudar a los niños diagnosticados con cáncer, pues comprendió que haber vivido de cerca la experiencia podría significar una gran ventaja a la hora de tenderle la mano a los pacientes oncológicos y a sus familiares.

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Fue el 4 de noviembre de 2004 cuando el sueño de aquella mamá amorosa se hizo realidad. Después de un arduo trabajo al fin abrió al público las puertas de su fundación, un lugar lleno de bondad que tiene como propósito alegrar vidas en memoria de una niña que en medio de su inocencia y corta edad, libró una batalla contra una compleja enfermedad.

Durante sus 14 años de trayectoria, esta organización ha sido testigo de increíbles testimonios, que hoy representan ese combustible que impulsa a sus integrantes a transformar la realidad de los infantes con cáncer. Detrás de cada niño se esconden enseñanzas, historias y diferentes formas de ver la vida, por ejemplo, Karina, una de las adolescentes que pasó por la fundación les enseñó que "el pelo es lo de menos".

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Por mucho tiempo se ha promovido la donación de cabello a personas con cáncer y definitivamente es un acto de generosidad despojarse de él para entregárselo a alguien, que por el efecto de diversos tratamientos no lo puede tener. Sin embargo, existen otras formas de ayudar, que pueden llegar a impactar en mayor medida la vida de estos pacientes.

Reciclar tapas plásticas, apadrinar y regalar muestras de amor son algunas de las muchas alternativas que existen para apoyar a los niños que están dando lo mejor de sí para salir invictos de la enfermedad. Que el Día Mundial contra el Cáncer sea la oportunidad perfecta para conocer un poco más de esta labor y por qué no, encontrar razones para sumarse a ella y experimentar el placer que produce aportarle algo bueno a los demás.

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