Fueron varios meses de preparación y más de nueve semanas de filmación en La Guajira y el Magdalena, en medio de maravillosos paisajes y climas imprevistos, además, el reto de acoplarse a una nueva cultura y un nuevo lenguaje, hicieron parte de las vivencias de la actriz.
“Fue una experiencia casi antropológica. Estuve internada en una ranchería durante tres días, dentro de una casita de barro, con las ventanas cerradas, simulando el 'encierro' del que Zaida Pushaina, mi personaje en la película estaba saliendo. Eso me ayudó mucho”, apuntó Natalia.
Para la actriz bogotana esta grabación implicó todo un trabajo interior, además aprendió wayuunaiki, lengua que según ella no se parece a ninguna otra, y que viene de una tradición oral.
“Creo que es todo un sistema de pensamiento ancestral. Fue muy difícil, porque incluso, dentro de La Guajira hay distintos acentos, y, por otro lado, una misma cosa puede tener diferentes palabras que la definen”, agregó Reyes.
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Este acercamiento definitivo a la cultura Wayuu se dio gracias a la guía de los directores, Ciro Guerra y Cristina Gallego.
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