Luisa Fernanda Moreno es una mujer invidente que ha recibido uno de los mejores regalos, uno que nunca se hubiera imaginado que le iba a ser de gran ayuda. Su historia comienza a los 11 años cuando, por culpa de una enfermedad conocida como rosácea ocular, quedó completamente ciega.
Aunque se sometió a seis trasplantes de córnea en cada ojo, a los 12 quedó invidente y llena de una profunda tristeza. Sus papás también entraron en depresión y lloraron por no haber hecho todo lo antes posible para que su hija no quedara en esta condición.
Pese a esto, Luisa no se dejó vencer y empezó a hacer cosas por sí sola aunque sus papás temían que pudiera salir lastimada. En la adultez ese enteró de la posibilidad de tener una perra guía, quien le permitiera continuar con su vida.
Celia fue su primera perrita y ella se convirtió en las llaves de su libertad. Por esta razón, cuando el animal murió, Luisa quedó “sin piso”, como ella misma lo afirma, y varios años después aún la recuerda con lágrimas en los ojos.
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Por ahora se encuentra con Asagi, una perrita que se ha convertido en su nueva compañía y no la deja sola en ningún momento.