Por terrible que parezca, la única conclusión que se puede sacar del inquietante caso de Taylor Swift es que hasta los iconos de la moda deben fallar alguna vez, o prepararse si no para caer en el olvido. El peinado, el maquillaje y el mono que la cantante eligió para su última aparición neoyorquina eran impecables, incluyendo el detalle del cinturón de cuero envejecido, pero aun así resultaban insípidos y poco dignos de alabar. La sola explicación de este fenómeno es que, de tanto rozar la perfección, la estrella juvenil ha terminado por saturarnos; parece que ahora solo le queda la opción de reinventarse a lo Madonna, o prepararse para ceder el título de it girl.
Actualizado: febrero 05, 2016 07:03 p. m.