Los hijos mayores del artista tenían tan solo cuatro y tres años cuando contemplaron atónitos cómo La Perruque tuvo que realizarle el boca a boca a su padre para salvarle la vida, mientras esperaban la llegada de los médicos, quienes finalmente lograron estabilizarlo, según confesó el miembro de seguridad ante el Tribunal Superior de Los Ángeles.
Sin embargo, La Perruque afirmó que jamás encontró medicación en la habitación de Michael, pero sí botellas de alcohol vacías tiradas por el suelo, algo que le hizo temer que el cantante pudiese ser víctima de una sobredosis en cualquier momento. "Me preocupaba que él pudiera beber en exceso", reveló.
Además, el guardaespaldas confesó que la estrella solía llamarlo "al menos 30 veces" durante algunas noches para poder conversar con alguien, debido a la profunda soledad en la que se encontraba inmerso el rey del pop.
"Su discurso estaba mal articulado, emitía cantidad de murmullos y yo no era capaz de comprender lo que decía. Creo que se sentía solo y necesitaba una persona con quien hablar", afirmó ante el Tribunal.
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Todas estas revelaciones del guardaespaldas han salido a la luz durante el juicio que se está llevando a cabo en Los Ángeles, iniciado por la familia del cantante contra la promotora AEG, a la que reclama una indemnización de 150 millones de dólares (115 millones de euros) por haber elegido erróneamente al doctor Conrad Murray --declarado culpable de homicidio involuntario por suministrarle una sobredosis del anestésico propofol a Michael causando su muerte en 2009-- para supervisar el estado de salud del artista.
A pesar de las acusaciones, AEG mantiene intacta su versión de que fue el propio cantante el que solicitó los servicios médicos de Murray, por lo que ellos no tendrían ninguna responsabilidad en su muerte.
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