Durante más de 200 años los pueblos palafitos, también conocidos como palafíticos o pueblos de agua, han tenido que enfrentar la violencia, pobreza y desplazamiento. Se han convertido en un lugar olvidado por muchos, donde los estragos del conflicto armado y la marginalidad han deteriorado su tejido social.
Fueron golpeados por la violencia paramilitar en diciembre del 2000, cuando un comando armado asesinó a 30 pescadores, sembrando el miedo en la comunidad y convirtiéndolo en un lugar inseguro para visitar. Esa es precisamente la parte de la historia que quieren dejar atrás.
Sus más de 2.000 habitantes están dispuestos a cambiar esa imagen, dejar a un lado su doloroso pasado, transformar su calidad de vida y demostrar que lo tienen todo para convertirse en un atractivo turístico, en especial, para sus propios hermanos: los colombianos.
Su territorio, cuyo acceso solo es posible después de un recorrido de una hora en lancha, es un santuario de aves y peces. Allí, se pueden encontrar el manatí, la nutria, la garza morena, el pato aguja, caimanes, iguanas, babillas, entre otras especies.
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Sus casas están construidas sobre palotes y tablas, cada una pintada con un color vivo y diferente. Se encuentran a una altura considerable para que no se les entre el agua en época invernal.
Hay una escuela donde cientos de niños se benefician estudiando desde grado primero a décimo. Una ambulancia está disponible las 24 horas para atender emergencias, un comando de la policía está al servicio de la comunidad y como todo pueblo, tiene bares, tiendas, billares, peluquerías, es decir, llevan una vida normal, con la única diferencia de tener el agua a sus pies.
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Foto: La ruta escolar de Nueva Venecia
Las avenidas de estos pueblos palafitos son las aguas de la Ciénaga Grande, razón por la cual su único medio de transporte es la lancha. Su comunidad es tan generosa entre sí, que nadie cobra por trasladarse de un lugar a otro.
Los pueblos palafitos de la ciénaga grande conservan su cultura y tradiciones a través de manifestaciones artísticas. Sus artesanías y bailes típicos sobresalen en la región. A través de ellos, se reúnen familias enteras para resaltar sus carnavales, historia y sitios emblemáticos.
La única tierra del pueblo
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En Nueva Venecia no hay caminos que conecten una casa con otra, solo un puente de madera que une a la escuela primaria con la de bachillerato, la iglesia, el salón comunal y la ‘Cancha de Falcao’.
Los niños tienen la oportunidad de acercarse al deporte gracias a un espacio que les construyó el futbolista de la Selección Colombia, quien después de visitarlos en 2014, se dio cuenta que no tenían la infraestructura necesaria para jugar.
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Hora de cambio
Los estragos del conflicto armado dejaron heridas profundas en la población de Ciénaga. Con el objetivo de contribuir a la reparación integral de las víctimas, el Programa de Alianzas para la Reconciliación PAR, de la mano de ACDI/VOCA, USAID y Fundación Creata, apoya una plataforma móvil de memoria que propicia espacios de diálogo, incluye a la población infantil en ejercicios de reflexión y fortalece a las organizaciones locales.
Ciénaga, Magdalena es un territorio de reconciliación y oportunidad. Un lugar que no puede ser olvidado, ni estigmatizado por su pasado, donde sus mismos habitantes están decididos a renovarse para empezar a construir una nueva historia, pero que esta vez sea contada por los turistas.
Por: Carolina Vergara / Periodista Caracol Televisión
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