No cree en el matrimonio, por ello, se fue a vivir con su novia Gaby, cuando estaba embarazada. Es padre de Beto, un niño de 8 años, que es su debilidad, su talón de Aquiles y a quien le ha inculcado el gusto que él tiene por los carros.
Julián, quería correr en el autódromo y se las ingeniaba para seguir de cerca las carreras que allí se daban cita, pero la oposición de Gaby, quien siempre lo presionó utilizando a su hijo, hizo que él desistiera de su afición y se dedicará a trabajar en el taller mecánico de Tulio, un hombre del barrio. Allí, conoció a Martín, su ayudante y junto a quien descubrió, compartía la pasión por la velocidad. Desde ese momento, Julián se convirtió en el cómplice y patrocinador del sueño de Martín, se ha dedicado a enseñarle todo que sabe de las máquinas de competencia y a alentarlo, para que se suba a un carro y haga lo que él no pudo, concluir victoriosamente una carrera.