Es originaria de la ciudad de Medellín y como toda buena paisa es obstinada y emprendedora a más no poder. Su mayor poder lo tiene en el agua, desde muy pequeña se le inculcó el amor por este deporte, practicó el nado sincronizado, puede nadar fácilmente en mar abierto y fue clavadista. En este deporte logró dos medallas de oro en la categoría juvenil departamental y bronce en los juegos nacionales.
Pero el verdadero poder de Johana, por difícil que parezca, es salvar vidas. Johana es enfermera, asegura que no puede ver una persona ahogándose o enferma porque siente una necesidad innata de ayudar y ser servicial.
A pesar de este duro trabajo, Johana siempre ha sacado tiempo para entrenar religiosamente: en promedio 20 horas a la semana, incluso tiene sus manos llenas de callos, pero siempre ha visto muchos progresos en su propio trabajo. Fue así como surgió su amor por el entrenamiento funcional fitness, en donde no se ha puesto límites, a tal punto que decidió abandonar su oficio como enfermera por el amor que le profesa al deporte.