Rafael Perrin, es el visionario director, capaz de lograr que este montaje resulte más impactante que la versión literaria original escrita por Susan Hill y las versiones cinematográficas que de ella se han hecho. Todo gracias a la magia del teatro:
“En el teatro, el público deja de ser un espectador para pasar a ser actor de la obra. ¡Se crea una especie de hipnosis colectiva que hace que en verdad se viva la experiencia … se viva el terror!” explica.