Aunque hace unos días se pronunciaba abiertamente sobre lo afortunada que se sentía al haber podido forjar una relación cordial y cooperativa con su ahora exmarido Will Kopelman, del que se separó hace en 2016 y con el que tiene dos hijas pequeños, ahora la actriz Drew Barrymore ha preferido sincerarse sobre el duro impacto emocional que tuvo en ella el fin de su matrimonio con el guapo actor: uno que parecía idílico a ojos de la opinión pública.
Tanto es así, que la estrella de Hollywood no ha dudado en definir como "oscuro y terrorífico" el período que tuvo que atravesar una vez consumado el divorcio, el cual la dejó sumida en un estado de tristeza y apatía hasta que llegó a sus manos el guion que le cambiaría la vida y que, además, marcaría su esperado regreso a la escena interpretativa con su papel protagonista en la serie 'Santa Clarita Diet'.
"La verdad es que en esos momentos no estaba buscando trabajo. De hecho, llevaba varios años sin actuar porque quería dedicarme por completo a cuidar de mis hijas. Y luego este cambio [la separación] llegó a mi vida, empecé a separarme de su padre y tuve que pasar por un momento muy difícil a nivel personal", ha rememorado a la cadena NBC sobre su faceta de madre de las pequeñas Olive (5) y Frankie (3) y el vuelco que dio su vida tras el fin de su historia de amor.
En opinión de la afamada artista, fue ese regreso al mercado laboral lo que le insufló la motivación y las fuerzas que necesitaba para terminar de superar la ruptura y abrir un nuevo capítulo en su trayectoria vital. Sin embargo, la propia intérprete ha reconocido que, en un primer momento, no veía con buenos ojos la idea de volver a sumergirse en un nuevo proyecto televisivo precisamente a causa del frágil estado anímico en el que se encontraba.
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"Desde luego, sentía que estaba en un momento muy oscuro y terrorífico de mi vida y justo ahí llegó a mis manos el guion del que acabaría siendo mi personaje en la serie. Mi primera reacción fue la de: 'No creo que este sea un buen momento para volver al trabajo'", ha explicado en la misma conversación para, a continuación, confesar cómo la experiencia acabó abriéndole los ojos sobre lo que de verdad necesitaba para volver a ser feliz. "Y paradójicamente trabajar era justo lo que necesitaba para volver a ser la que era. Fue toda una lección de humildad, porque a veces no eres consciente de que lo que parece una mala idea en un momento determinado puede acabar siendo lo que te salve y te brinde una nueva perspectiva, lo que te devuelva la chispa y la alegría", ha sentenciado.
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