Después de pasarse de tragos en el retiro espiritual, Alejo no aguantó las ganas de llamar a Eli, quien también se encontraba ebria, para confesarle por qué la había tenido que dejar plantada en el altar. Tras una emotiva charla, el cachaco abrió su corazón y dejó en evidencia el amor que aún siente por ella.
Sin embargo, al día siguiente ninguno de los dos se acordaba de lo que había hecho, fue algo de tragos, pero cada palabra que dijeron les salió del corazón.