Pichuchas, “lavaperros”, gigantón, más de 1.80, guapo, con aire de Tarzán. Aunque podría parecer e incluso ser un agresivo matón de traqueto, es un buen muchacho, sensible, respetuoso, amoroso, agradecido e incondicional con Ortega y con todos los que lo rodean.
Pichuchas desde que se entera de la decisión de Ortega de salir de la vida de bandido, lo respalda, apoya y defiende. Ortega lo aprecia, lo quiere y lo considera casi un hijo.