Después de ser testigos de cómo el frenético ritmo de vida en la meca del cine ha terminado con numerosas relaciones sentimentales, la actriz Nicole Kidman y su marido Keith Urban intentan mantener viva la llama del amor en su matrimonio con pequeños gestos de puro romanticismo, como la costumbre que tiene el cantante country de escribir cartas de amor a su esposa antes de cada viaje que realizan por separado.
"¡Es todo un romántico! Me deja cartas de amor cada vez que tenemos que irnos cada uno por nuestro lado. Es encantador recibir ese tipo de atención por parte del hombre que te quiere", confesó la intérprete al periódico francés Le Matin.
En un intento por proteger esa idílica vida familiar que comparte con el artista y sus dos hijas -Sunday (5) y Faith (3)-, Nicole decidió abandonar su casa de Los Ángeles (California) para mudarse con su marido a Nashville (Tennessee), una elección a la que prefiere no otorgar más importancia de la necesaria porque, en el fondo, Nicole siempre ha sido "una chica de campo".
Independientemente de las razones que le llevaron a trasladar su hogar a cientos de kilómetros de distancia, la estrella de cine asegura disfrutar en la actualidad de una de sus etapas personales más estables, hasta el punto de que su tradicional hermetismo a la hora de hablar con la prensa de su vida privada se ha relajado notablemente. La australiana justifica este cambio de actitud con los años que han pasado desde su divorcio del también actor Tom Cruise -con quien tiene dos hijos, Connor (19) e Isabella (21)-, dejando claro que el tiempo le ha convertido en una mujer más "madura" y "tranquila".
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"Ahora todo es diferente, más sencillo de alguna manera. Tengo más confianza en mí misma y estoy mucho más tranquila. Se debe sin duda a los años que han pasado, que me han hecho madurar y afianzar mis creencias y principios", apuntó en la misma conversación.
Ese mismo sistema de valores es el que lleva a la actriz a aceptar únicamente trabajos que pueda compatibilizar con la gran dedicación que presta a su familia, aunque ello suponga viajar con todos sus seres queridos al extranjero, como sucedió durante el rodaje en el sur de Francia de su película 'Grace de Mónaco'.
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"Intentamos combinar las obligaciones profesionales con el placer. Mientras yo ruedo, mi marido se lleva a las niñas a dar una vuelta por la región. Van a la playa, disfrutan de la piscina o visitan atracciones turísticas", concluyó.