Pilar, la paciente de Natalia y Víctor, aprovecha la fiesta para descuidarse en sus alimentos y termina consumiendo tanta azúcar que su vida queda en peligro. Menos mal Rodrigo se encuentra en el bar y la lleva al hospital.
Allí le dicen que debe someterse a un trasplante de riñón, pero la única que podría hacerlo, su hermana, dice que no. Sin embargo, no todo está perdido y Sor Lucía, al escuchar su historia, decide donarle el suyo para que tenga una vida plena.