En un ejercicio que revela la profunda conexión entre la culinaria y el alma,
Con una mirada enfocada y un corazón abierto, la chef Leonor Espinosa se embarca en una exploración única de compartir lo que siente cuando se encuentra frente a distintos alimentos, que son la esencia misma de su cocina. Empieza con el cacay, un elemento de sutileza y riqueza, despierta en ella una sensación de belleza y bienestar. Cada toque, cada aroma, parece llevarla a un lugar de armonía con la naturaleza que la rodea.
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No menos apasionante es el cacao de mico, un alimento que, con su firmeza, provoca en Leonor una oleada de pasión. A veces, entre risas, revela que también conlleva un toque de calentura, una intensidad que se refleja tanto en su sabor como en su impacto emocional. Sin embargo, es el trupillo el que empuja a la chef a enfrentar sus momentos más difíciles. Ligado a la tristeza y la desolación, este ingrediente evoca recuerdos de adversidades superadas y desafíos conquistados.
Pero, la gama de emociones no se detiene ahí. Yapurá, en toda su euforia, se convierte en el acompañante perfecto para momentos de alegría. La pulatana, en cambio, es sabiduría lo que florece. Los granos de esta fruta parecen contener siglos de tradición y conocimiento, evocando la conexión de Leonor con la historia y las raíces culturales de su tierra.
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Umurí, una
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En un momento de complicidad con el público,