Sarah Mintz, reconocida actriz colombiana, ha dejado una huella imborrable tanto en la industria del entretenimiento nacional como internacional. Sin embargo, más allá de su carrera en la actuación, su vida dio un giro profundo tras tomar la decisión de cambiar su religión, adoptando una nueva identidad espiritual que la llevó a Jerusalén.
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En el marco de la celebración por los 10 años del programa Se Dice De Mí, se revivió una emotiva entrevista en la que Mintz compartió detalles íntimos de su transformación personal, su experiencia en medio del conflicto entre Israel y Palestina, y la historia detrás del cambio de su nombre.
Según relató, su decisión de convertirse al judaísmo no fue influenciada por su esposo Joshua, aunque sí reconoce que su relación con él le permitió acercarse a esta fe. Fue en uno de sus viajes espirituales donde ocurrió un momento clave que marcaría su vida para siempre.
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“Estaba en el pasillo de Telemundo, en Miami, y yo me tiro al piso a llorar, todo el mundo ‘Sara, qué te pasó, Sara… Qué le pasó a la actriz’ (…) Yo decía ‘No puede ser, todas las meditaciones en la madrugada, leyendo el Zohar y que no entendiera, el haber estado en la tumba de Sarah y salió Sarah, ese es mi nombre”, expresó con profunda emoción.
Mintz explicó que el cambio de nombre surgió tras visitar la tumba de Sarah Imenu, experiencia que la impactó profundamente. Poco después, su maestro espiritual se comunicó con ella llamándola “Sarah”, lo que la tomó por sorpresa y le causó confusión en ese momento, aunque pronto entendió que ese era el camino que debía seguir.
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La actriz también habló sobre su vida en Jerusalén, ciudad en la que ha encontrado una conexión espiritual muy fuerte, pero donde también ha enfrentado momentos de tensión. Uno de los más difíciles fue durante la guerra entre Israel y Palestina, cuando debió refugiarse junto a su familia en un edificio por el sonido de las sirenas que alertaban sobre los ataques con misiles.
Sarah y Joshua se casaron tres veces: una ceremonia civil y dos bodas judías, fortaleciendo así sus lazos tanto legales como espirituales. Hoy, Sarah Mintz vive una vida marcada por la fe, la introspección y la transformación, muy distinta a la que llevaba cuando brillaba frente a las cámaras, pero igualmente significativa y profunda.
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