Marilin Díaz es docente de acondicionamiento físico y trabaja en Compensar desde hace 18 años. Una de sus grandes pasiones es ayudar a la mayor cantidad de personas que deben enfrentar múltiples enfermedades, tanto físicas, como emocionales.
Su energía y dedicación la convirtieron en docente, y aunque su lugar de trabajo no es un salón de clase, Marilin transforma el gimnasio en el mejor espacio de aprendizaje.
“Empecé hace mucho tiempo, desde los 15 años, porque mi tía tenía un problema de obesidad, ella fue a un gimnasio y desde esa época me empezó a llamar la atención. De hecho, no llegó un profesor ese día y me pusieron a mí a dictar clase, sin haber estudiado, sin tener experiencia ni nada, entonces desde ahí me empezó a gustar, por eso empecé estudiar cada vez mis conocimientos y ponerlos en práctica, para poder ayudar, siento que me encanta poder ayudar a la gente, poder ver a la gente feliz”, asegura.
Además de su labor como docente de deportes, Marilin se desempeña dentro de otro rol igualmente importante, en el que aplica la pedagogía del amor.
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"Tengo dos hijos, Catalina que tiene 8 añitos y Nicolás que tiene seis añitos. Trato de planear siempre mis clases y aparte de eso brindarles a mis hijos también el espacio que ellos necesitan. Ver su cara de felicidad, verlos crecer, verlos formarse, verlos ser ellos, para mí eso es tener cariño y amor", agregó.
Marilin no solo es madre, también es una alumna destacada, y con talento, compromiso y vocación se ha ganado el mejor de los títulos: el de maestra.
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"Estoy supremamente agradecida con Compensar y con la vida por estar aquí trabajando. Deseo poder seguir igual con la salud, con fortaleza y poder brindarles lo mejor a mis hijos. Me encantaría viajar por todo el mundo con mis hijos, que ellos sean profesionales, felices y que puedan lograr todas sus metas", concluyó.