Durante 40 años, Carmen Beatriz Torres se desempeñó como docente, una convicción que tuvo claramente definida desde que era niña.
Luce optimista todo el tiempo y ha tratado de transmitir esa energía positiva a las personas que la han rodeado, especialmente, a aquellos que tuvo el gusto de llamar alumnos.
Sabe cómo afrontar los momentos difíciles de la vida gracias a su temple fuerte y a las valiosas lecciones de perseverancia que recibió con el ejemplo de su madre, una mujer que tuvo que sacar adelante a 9 hijos sola.
A comienzos de pandemia, en el año 2020, enfrentó un episodio de depresión que logró superar gracias a esa fortaleza. No se dejó vencer, mantuvo la fe intacta y encontró en el arte y la lectura la llave para seguir adelante.
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“Yo no canto, pero cantaba, no sé cantar, tengo una voz terrible, y tengo un oído pésimo, pero eso me ayudó muchísimo a superar. Y haciendo cosas, escribiendo poesía, pintando, jugábamos Rummy-Q, leyendo, estaba inclusive leyendo un libro sobre el Alzheimer”, recuerda Carmen Beatriz.
‘La cordi’, como le llamaban sus estudiantes, supo cómo poner en práctica las lecciones aprendidas de su propia experiencia, y así encontrar un balance en su vida que le permitiera salir adelante en esos momentos difíciles.
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“El cuerpo humano es como una institución, si uno falla, si falla lo espiritual, todo falla, pero si falla la parte física, pues todo falla, entonces el bienestar integral es eso: la posibilidad que tienen de estar en armonía en todas las áreas de su vida”, reflexiona.
Y precisamente, en la búsqueda de ese equilibrio, Carmen Beatriz encontró en el Programa para adultos mayores de Compensar una alternativa para mejorar su calidad de vida, mediante actividades deportivas, recreativas y culturales.
“Le comenté a una sobrina que yo quería entrar a Compensar y ella trajo la mamá, a mi hermana, y me inscribió a mí para la valoración. En la valoración me ‘medicaron’ con dos días de venir a Compensar
, y me gusta. Me siento bien, me relaja, hago ejercicio, estoy socializando, me fascina cuando bailamos, cuando vamos a piscina. ¡No, es que es todo! Los bolos, el golfito…”, cuenta con emoción.
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Con la satisfacción de una vida bien vivida, y muchos sueños por delante, esta sicóloga apasionada por la lectura, que ha estudiado a fondo el comportamiento humano, comparte con sus conocidos la fórmula para tener paz interior: “No alimentar el alma con odios, con rencores, con lamentaciones, nada de eso, sino con cosas bonitas”.
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A sus 66 años y tras haber dedicado más de la mitad de su vida a la academia, Carmen Beatriz tiene clara la misionalidad de la docencia, por eso envía un mensaje a esa nueva generación de profesores para que sigan forjando grandes profesionales, pero también grandes personas.
"A los docentes, el consejo es que tienen una carrera en sus manos. Nosotros no somos maestros porque lo que quisimos, es que fuimos escogidos. Traten a los niños con cariño, entiendan sus necesidades. ¿Cuántos niños llegan con tantos problemas y no los entendemos? Y para los jóvenes, es que lo que hagan y lo que elijan, lo hagan bien. Que no se metan en cosas que les dañan la vida”, concluye.
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En la constancia de su vocación durante cuatro décadas, Carmen Beatriz Torres se convirtió en un faro de optimismo y resiliencia para todos a su alrededor y sigue dando valiosas lecciones de vida reafirmando que cada desafío es una oportunidad para crecer.