Nació en Jamundí en 1986. Su entrenador, el japonés Noriyuki Nakamura, asegura que: "no hay que confiarse de su mirada que inspira nobleza y bondad: al momento de competir se transforma en una mole dispuesta a derribar a cualquier oponente. Siempre combate a muerte y hay muchas razones para temerle".
Yuri Alvear tuvo una infancia llena de privaciones, es de principios firmes y confía que su capacidad de trabajo la llevará muy lejos, algo que intuyó de niña, cuando conoció el judo y se enamoró de él.
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Su voz de mando ha hecho que desde la adolescencia lleve la batuta de su familia en la que el papá y el hermano son expertos en meterse en líos. Yuri Alvear está orgullosa de lo que ha conseguido, pero mira hacia atrás y dice que la carrera deportiva, así como le ha dado satisfacciones, también le ha exigido despedidas.
Hoy, a sus 33 años, tiene dos medallas olímpicas, tres campeonatos del mundo y dos matrimonios con sus respectivos divorcios. No tiene hijos, pero no ha renunciado a ellos. A lo que sí renunció fue a su sueño de ser bailarina de salsa.
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