A finales de octubre de 2025, el reconocido sacerdote colombiano Padre Chucho relató una experiencia impactante que vivió durante un viaje misionero. Según contó, se vio involucrado en un ataque armado mientras se desplazaba por una carretera en Ecuador.
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El sacerdote se encontraba en Guayaquil, cumpliendo una misión especial en la que tenía previsto ofrecer una instrucción del Ministerio Exorcístico y reunirse con una comunidad muy necesitada. Su visita, que debía ser de servicio espiritual, terminó convirtiéndose en una experiencia de alto riesgo que puso en peligro su vida y la de sus acompañantes.
El Padre Chucho explicó que el trayecto hacia su destino transcurría por una carretera peligrosa y que, tras varias horas de viaje, se produjo el ataque.
“Yo abrí la puerta para lanzarme en una zanja que había ahí, pues que me mataran, no sabía qué más hacer. Yo abrí la puerta para tirarme”, narró el sacerdote, describiendo el momento de desesperación cuando una camioneta con seis hombres los cerró en la vía. Los atacantes descendieron del vehículo y comenzaron a disparar, obligándolos a reaccionar de inmediato para salvar sus vidas.
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De manera providencial, el conductor del automóvil en el que viajaban recordó una conversación que había tenido con el sacerdote horas antes. En ella, ambos habían hablado sobre la muerte y sobre cómo actuar ante una situación de peligro en carretera. Esa charla terminó siendo decisiva.
“Retrocedió, giró el carro, arrancó a mil, ese carro sonaba. Los que iban conmigo, que íbamos a más de 140 (…) Yo no reaccionaba, pensaba que tenía balas, me gritaban (…) Ellos creyeron que me habían matado”, contó el Padre Chucho, rememorando los angustiosos segundos en los que escaparon del ataque.
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Milagrosamente, ninguno de los ocupantes resultó herido. Una vez lograron ponerse a salvo, pidieron ayuda a las autoridades, quienes emprendieron la búsqueda de los delincuentes. Sin embargo, los responsables del atentado no fueron encontrados.
El sacerdote, conmocionado por lo sucedido pero agradecido por haber sobrevivido, decidió regresar inmediatamente al aeropuerto de Guayaquil. Allí tomó un vuelo de regreso a Colombia el 29 de octubre, poniendo fin anticipado a una misión que, aunque peligrosa, dejó en él una profunda reflexión sobre la vida, la fe y la protección divina.
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