Por la alta Guajira, un lugar mítico y mágico, se dio la entrada de los acordeones a Colombia, sus sonidos se complementaron con la guacharaca indigna y la percusión africana, formando así un ritmo único: el vallenato.
En sus inicios, el vallenato fue acompañado principalmente por una guitarra y más tarde se incluyeron el acordeón y los versos sentidos dedicados al amor.
Poco a poco fueron naciendo los juglares vallenatos, acordeoneros que cantan, componen y versean, que escribían canciones que salían de su corazón y llegaban al alma de quien las escuchaba.
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