Silvio Murcia

Es un simacotero ejemplo del colombiano avispado que busca ganárselas todas con el mínimo esfuerzo. Es el rey del atajo, que alardea de mandarse por la izquierda en un trancón, de colarse en una fila, de fingir una discapacidad para caer en las sillas reservadas del Transmilenio o para no esperar turno en el banco. Pelea a codazos por el periódico gratis. Disfraza su ignorancia supina, ostentando que sabe cuántos pares son tres moscas.

Silvio piensa que no puede pasar toda la vida ganando monedas, por eso se mete en cuanto negocio le propone su hermano Josué, siempre con nefastas consecuencias y poniendo en riesgo la economía familiar.

Adora a sus hijos y por encima de todo quiere sacarlos adelante así le cueste muchos sacrificios. Ahora que el pequeño comienza Arquitectura, ha tenido que vender su carrito para pagar las dos carreras. Su mujer sigue estando atractiva y a eso a él, a veces le genera unos celos injustificados. La ama profundamente. Sin embargo, no es un hombre que alimente el amor de tantos años con detalles.