Alejo decidió ir a un retiro espiritual para estar lejos de todas las personas que le podrían reprochar su decisión de dejar a Eli plantada en el altar. Allí conoció un costeño que se convirtió en su amigo y su confidente en el aislamiento.
El hombre recibió un castigo por parte del maestro y para hacerlo sentir mejor, Alejo decidió llevarle trago y música para subirle el ánimo. Ya entrados en confianza él le empieza a contar una historia de desamor que le marcó la vida y de inmediato el cachaco recuerda a Eli.