Fue bautizado por la prensa bogotana “El coloso de Buenaventura”. En 1986 tiene la oportunidad de jugar en un equipo de la capital y entonces se despide de su novia Caridad y de la carrera de Ingeniería Química que está cursando. Sale de su humilde casa cargando con su único par de guayos y con la promesa que le hace a doña Rufina, su mamá: “Voy a ser jugador de la Selección Colombia y esta casa de madera se la voy a cambiar por la casa de concreto que usted se merece”.
En la mañana del domingo 5 de septiembre de 1993, desde su habitación en un hotel de Buenos Aires, Freddy Rincón, bastión indiscutible en el medio campo de La Selección, llama a su mamá y le promete que va a marcarle un gol a la Selección Argentina. Y le cumple por partida doble porque esa tarde dos goles de los cinco goles cafeteros corren por cuenta del hijo de Buenaventura.
Actualizado: febrero 06, 2016 03:41 p. m.