Llevaba meses desempleado y como si fuera poco, tampoco había presentado casting para aspirar a cualquier otro rol televisivo. Sin embargo, ese día en el que Erik Rodríguez se consumía en tristeza llegó la llamada que lo cambió todo.
"Llegué un día del gimnasio muy aburrido, y triste. Estaba como deprimido por la quietud, porque para un actor es difícil no estar creando y, al mismo tiempo, queriendo demostrar lo profesional y apasionado que uno es por su arte", cuenta el joven.
Además, agrega que cuando vio en el celular que quien lo llamaba era su mánager, sintió que le anunciaría una buena noticia, pues finalmente el artista que se había enfrentado a colegas muy reconocidos y de importantes trayectorias, le escuchó decir a su representante que Pablo Clemente de la serie Bolívar era suyo.
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