Científicos han descubierto lo peor que nos podríamos imaginar: oler la comida engorda. Así es como lo ha determinado un estudio de la Universidad de California, Berkeley, sobre la relación entre el olor y los procesos metabólicos del cuerpo.
De acuerdo con diversos experimentos con ratones manipulados genéticamente para disminuir su capacidad olfativa y otros cuyo sentido del olfato era normal. Al ser expuestos a comidas ricas en grasa, se descubrió que los que tenían capacidad olfativa reducida solo incrementaron un 10 por ciento de su peso, mientras que los otros doblaron su masa corporal y ganaron hasta un 100 por ciento de peso.
Esto significaría que oler la comida también engorda.