El mundo entero ha visto crecer a Kendall Jenner a través del programa 'Keeping Up with The Kardashians', en el que comenzó a participar junto a sus padres y sus famosas hermanastras Kardashian siendo tan solo una niña y a través del cual se documentó su consagración como una de las modelos más célebres de esta década, si no del siglo, como ya se atreven a apuntar algunos. Pese a que esa continua exposición pública podría parecer suficiente para hacer perder el norte a cualquiera, ella considera que sus primeros años de vida no tuvieron nada de especial.
"La respuesta más obvia sería ir a la universidad, supongo, pero ni siquiera estoy segura de arrepentirme de no haber ido", reconoce la maniquí cuando le preguntan de qué se arrepiente de haberse perdido en una entrevista al número de febrero de la revista Harper's Bazaar, en la que trata de demostrar que, a pesar de participar en el reality familiar desde que tenia 12 años, y convertirse por tanto en una figura pública, su adolescencia no fue tan diferente de la de cualquier otra joven. "Tuve una infancia bastante normal, con un pequeño matiz, y fui a la escuela hasta los 15 años. A partir de ahí, seguí estudiando desde casa, pero aun así veía muy a menudo a mis viejos amigos. Aunque no fui a ningún baile del instituto, y eso me molestó un poco en su momento".
La guapa morena trata de aplicar esa misma actitud positiva a la forma en que lidia con el acoso constante de los paparazzi o el interés que genera cada aspecto de su vida privada, pese a que en ocasiones eche de menos el anonimato y la libertad para pasearse por la calle sin que la reconozcan.
"No me puedo quejar, excepto quizás... Bueno, me gustaría poder ir a Disneyland o a una playa. Ir a una playa y que me dejaran en paz sería una maravilla. Poder pasar el rato con mis amigos y conocer a gente nueva sin preocuparme [por cuáles puedan ser sus intenciones] sería increíble", admite.
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Sin embargo, incluso el optimismo de la joven se resquebraja cuando se enfrenta a los temidos troles y a las críticas que recibe a través de las redes sociales, que le provocan insomnio y ataques de ansiedad cada vez que piensa en la deshumanización general en la que parece que ha caído todo el planeta.
"Por cursi que suene, me gustaría tener la capacidad de enviar a Cupido alrededor del mundo. No hace falta nada más que conectarse a Internet para ver a todo el mundo diciéndole las cosas más horribles que te puedas imaginar a los demás. Resulta difícil mantenerse en un estado mental positivo. Es muy difícil no dejar que te afecte toda esa negatividad", explica.
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