En marzo, el Grupo Dominio fue contactado para una presentación. La llamada llegó al mánager desde un número privado, y sin levantar sospechas, cerraron el acuerdo. Todo parecía un trabajo más, hasta que, dos días después, ocurrió lo inesperado.
Sin haber compartido información bancaria ni datos personales, un mensajero llegó a la casa del representante con el pago en efectivo. Nadie consignó a ningún banco. Más tarde, ya en camino al evento, les retiraron los celulares y cualquier medio de comunicación.
Al llegar a una finca, notaron la presencia de otros grupos musicales. Era una fiesta, pero jamás supieron quién era el anfitrión ni cuál era la ocasión. Durante toda la noche, que se extendió hasta cerca de las seis de la mañana, les pidieron repetidamente una misma canción. Al terminar, les solicitaron otra tanda musical. Al final de todas las presentaciones, les indicaron que debían permanecer allí.
Estuvieron incomunicados toda la noche, sin poder salir ni contactar a nadie. Solo hasta que hicieron su presentación final se les permitió retirarse. Fue 40 minutos después, en el trayecto de regreso, cuando finalmente recuperaron sus teléfonos y pudieron comunicarse.
Desde entonces, no habían hablado públicamente sobre lo ocurrido. Sin embargo, con el paso del tiempo han sacado una lección importante: tendrán extrema precaución con los compromisos que acepten y verificarán cuidadosamente quién los contrata. Sobre aquella noche, comentaron simplemente: "No sabemos nada, ni queremos saber tampoco."
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