El cantante Miguel se ha convertido en uno de los mayores ídolos sexuales de la industria musical por sus intensas letras y sus explícitos vídeos, pero insiste en que en realidad por dentro es más bromista que seductor.
"Es un piropo [que me llamen sexy], me gusta. Lo acepto, pero tengo las dos caras de la moneda. Soy muy bromista. Puedo parecer impecable, pero también soy bastante payasete", cuenta en el nuevo número de la revista Wonderland.
El artista, de 30 años, está encantado por el éxito de su tercer disco, 'Wildheart', y promete experimentar más en el próximo, en el que se esforzará al máximo para conseguir inspirar y llegar a toda la gente posible.
"Tanto mi música como mi puesta en escena han evolucionado. Creo que tengo una parte algo excéntrica que ya no me preocupo de esconder. Cuando estás en directo no hay un botón de 'espera', 'borra' o 'estás siendo demasiado chulo'. Siempre quiero esforzarme hasta quedarme sin aliento. ¿Puedo seguir afinando cuando estoy dando saltos? Tengo algo que ofrecer a esos niños. Quiero promover que sueñen y que vayan contra la corriente... cuando te das cuenta de que lo 'normal' es subjetivo, piensas: 'Voy a hacer lo que quiera y voy a pensar lo que quiera'. Quiero llegar a la gente que ama la música como lo hago yo y quiero llegar a la gente a la que le gusta la música de manera más convencional. Quiero ser parte de la cultura popular y también llegar a los intelectuales", explica.
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