La estrella mexicana Salma Hayek ha demostrado en más de una ocasión que la elección de sus proyectos cinematográficos tiene siempre un fuerte componente personal, tanto a la hora de dar vida a su heroína Frida Kahlo en la película homónima de 2002, como ahora que presenta en todo el mundo su ambiciosa cinta de animación 'El Profeta'.
Además de confesar que es una apasionada de los poemas del libanés Gibran Jalil Gibran que ella misma ha adaptado al universo de los dibujos animados, la actriz asegura también que sus textos le recuerdan inevitablemente a una de las figuras más importantes y destacadas de su vida: su abuelo paterno, con quien la intérprete mantenía una estrecha y productiva relación.
"Siempre tuve un vínculo afectivo y educativo muy fuerte con mi abuelo, por lo que cada vez que veo el libro de Jalil Gibran no puedo evitar pensar en él y en las muchas cosas que me enseñó. La poesía de este autor jugó un papel muy importante en mi infancia y sé que jamás habría podido disfrutar de sus enseñanzas sin el estímulo de mi abuelo. El libro tiene un significado especial para mí y me trae muchos recuerdos", se sinceró Salma en una entrevista a Variety.
Las raíces libanesas de la artista y la admiración que siente por sus ancestros son dos de los factores principales que le llevaron a apostar por tan original proyecto, un largometraje dirigido por varios de los cineastas más reputados de la animación mundial y cuyo presupuesto debe mucho a las dotes persuasivas de la simpática Salma.
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"No sé cómo logré reunir dinero de inversores tan variados cuando ni siquiera teníamos guion ni director para la película. Pero sabía que este era uno de los desafíos más importantes de mi carrera y que no podía fallar, así que ahora puedo decir orgullosa que, después de tres años sin dormir y una úlcera, he conseguido cumplir con mis objetivos. Probablemente haya perdido la mitad de mi vida en esto, pero no me importa. Siempre he sido una mujer paciente", explicó la carismática actriz.
Por si la presentación de su laborioso filme en el Festival de Cannes no fuera responsabilidad suficiente para ella, Salma Hayek decidió también dar rienda suelta a su carácter más combativo en la alfombra roja del certamen al hacer campaña por la liberación de las más de 200 niñas nigerianas secuestradas por un grupo terrorista. Semejante gesto rompió por completo con el estricto protocolo de la organización, pero la diva latina no pudo evitar alzar de nuevo su voz contra las injusticias.
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"Lo siento, pero no pude evitar aprovechar la presencia de los fotógrafos para pedir lo que todo el mundo quiere: que las niñas vuelvan a casa sanas y salvas", se defendía la actriz en conversación con el diario Canberra Times.