El cantante Robbie Williams ha querido sincerarse sobre los meses tan duros que tuvo que atravesar a mediados de este año a causa de la grave depresión que padece, una enfermedad que le llevó a perder el contacto con los miembros de su círculo más cercano hasta que el proceso de terapia y medicación al que acabó sometiéndose consiguieron devolverle finalmente a la realidad.
"La verdad es que tuve un verano muy extraño. No era capaz de conectar absolutamente con nadie, a excepción de mi mujer. Estaba completamente aislado del mundo, no sabía cómo relacionarme con los demás, incluso con aquellas personas que forman parte de mi día a día. Estaba triste y solo era capaz de generar problemas. Pero los antidepresivos y las sesiones con el psicólogo me han ayudado a calmar los demonios de mi interior", reveló a la revista Radio Times.
Teniendo en cuenta que la trayectoria vital del popular intérprete se vio hasta hace poco marcada por la adicción al alcohol y las drogas, sustancias que explican buena parte de sus problemas de confianza y autoestima, no resulta sorprendente que ahora Robbie insista en la idea de que jamás volverá a caer en esos nocivos hábitos.
"Desde luego, no puedo beber alcohol, ni meterme cocaína, ni éxtasis, y la verdad es que nunca me ha gustado la heroína, o la ketamina, o cosas de ese tipo. Una vez al año, si me he portado bien y como recompensa por ello, podría permitirme un capricho, pero nada relacionado con lo que acabo de mencionar. Dejaré la respuesta a su imaginación", aseguró el ex Take That, antes de pronosticar que sin el apoyo de su mujer Ayda Field sería muy probable que a día de hoy "estuviera muerto".
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