La cantante Lily Allen encuentra un gran sosiego en las conversaciones con su terapeuta, que suelen centrarse en sus "complicadas relaciones personales" y que asegura que le ayudan a combatir el estrés en los momentos profesionales más ajetreados.
"La semana pasada acudí a mi primera sesión en un año. Me ayuda a mantener mis relaciones en orden, porque es cierto que algunas de ellas son bastante difíciles. Tengo muchas codependencias extrañas, y en los momentos en que estoy muy ocupada comienzan a suponer un problema. Cuando eso sucede puedo perder el rumbo. Simplemente necesito a alguien que me diga que no soy una mala persona", confesó al portal Thebeatjuice.com.
No es la primera ocasión en que la controvertida estrella ha recurrido a la ayuda de profesionales para poner orden en su vida personal, aunque en las ocasiones anteriores prefirió tomar medidas más drásticas, ingresando en la clínica The Priory para tratar sus problemas de depresión.
En esta ocasión el detonante de sus visitas al terapeuta ha sido la presión de relanzar su carrera tras cuatros años alejada de la industria musical para dedicarse a su familia, que sumada a las "malas" compañías acabó por convencerla de que necesitaba buscar consejo para lidiar con una situación que la "sobrepasaba".
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"Siempre trato de convertirme en la madre de todo el mundo. Pero intentar hacer eso mientras relanzas una carrera como estrella del pop y cuidas de dos niños puede llegar a sobrepasarte, aunque sea solo por un minuto. He llegado a convertirme en una verdadera maniaca", aseguró.
Desde que formó una familia con su marido Sam Cooper -con quien tiene dos hijas, Ethel (2) y Marnie (15 meses)-, Lily ha dejado atrás los excesos de su vida anterior, adoptando una actitud más responsable en lo que respecta a su salud mental y física. La última decisión que la estrella ha tomado en este aspecto ha sido dejar de fumar, motivada en gran parte por la muerte de su padrino, el músico Roger Pomphrey, por un cáncer de hígado el pasado mes de enero.
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"En ese momento miré a mi cigarrillo y pensé: '¿Qué estoy haciendo?'. Quiero hacerlo lo mejor que pueda, no me gustaría ser una madre fumadora. Así que espero poder mantenerme firme. Fumar simplemente te mata", añadió.
Además de abandonar el tabaco, la artista también ha dejado a un lado las drogas y el alcohol, unas "distracciones" que considera que ya no encajan con su nueva filosofía existencial. De hecho, la cantante asegura que la vida de fiesta a la que tan afanosamente se dedicó en el pasado no es tan glamurosa como puede parecer desde el exterior.
"Nadie puede decir que da lo mejor de sí mismo cuando está colocado. Nunca es tan glamuroso como parece. Es divertido hasta las dos de la madrugada, pero no más. Jamás me he despertado pensando: 'Dios mío, qué conversación tan interesante he tenido con esa persona a las cinco de la mañana. Me alegro tanto de que hayamos tenido sexo sin protección'", concluyó.