El rapero Lil Wayne aceptó un cargo para vigilar a presos y ayudar a prevenir suicidios durante los ocho meses que pasó en prisión en 2010 tras ser privado de su libertad un año antes por posesión de armas.
"El trabajo consistía básicamente en vigilar el último piso de la cárcel en turnos de ocho horas y si alguien intentaba colgarse para quitarse la vida, las instrucciones eran no tratar de negociar ni hablar con ellos para hacerles cambiar de idea, sino simplemente avisar a un oficial", revela la estrella en su libro autobiográfico 'Gone 'Til November: A Journal of Rikers Island'.
La compensación a cambio del trabajo -que realizaba en turnos hasta las seis de la mañana- era cuando menos macabra, al depender de un factor muy importante: el número de vidas que salvara o de cadáveres que encontrara.
"Te pagaban 50 dólares si impedías que alguien se ahorcara, y 25 si los encontrabas ya colgados. Sí, así eran las cosas", recuerda.
Sin embargo, Lil Wayne no duró demasiado en ese empleo, ya que acabó renunciado a él para concentrarse en su recuperación y en rehabilitarse por completo.
Las confesiones de Lil Wayne llegan después de que el mes pasado dejara entrever que iba a retirarse de la industria musical por puro agotamiento.
"Ahora estoy indefenso y mentalmente agotado. Me retiro con gracia y agradecido por todo. Quiero a mis fans, pero he acabado. No busco compasión ni la simpatía de nadie, solo serenidad. Me siento bien, gente, no alucinéis", anunciaba en Twitter, aunque posteriormente el rapero quiso tranquilizar a sus fans asegurando que solo se había tratado de un arrebato pasajero.
"Fue un tuit que escribí tras una discusión. Esto es un negocio, tengo familia, hijos, una madre. Facturas que pagar. Una vez que el negocio va bien, todo lo demás funciona. Pero sí que en ese momento me sentía de esa forma, y por eso no eliminé el mensaje, porque aún me siento así", matizaba en el programa 'Skip and Shannon: Undisputed'. Por: Bang Showbiz
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