Aunque su muerte por un fallo cardiorrespiratorio a los 81 años ha supuesto un inesperado revés para todos sus admiradores, la humorista Joan Rivers era consciente de que a su avanzada edad ya no le quedaba demasiado tiempo pese a su buen estado de salud, por lo que quiso preparar a su única hija, Melissa (46), para que llegado el momento lidiase con el "duro golpe" de su pérdida lo mejor posible.
"Melissa siempre me dice que no quiere ni oír hablar de tema, pero siempre trato de explicarle que no pasa nada, es algo que está cada vez más cerca. Es inevitable. Ya no es una posibilidad abstracta. Por Dios, si tengo 80 años. Nadie va a preguntar qué edad tenía cuando me muera, sino que más bien comentarán lo bien que me lo pasé", aseguró la estrella televisiva en su última entrevista antes de fallecer, según informa el periódico Sunday Times.
Sin duda, la pérdida de su madre habrá resultado aún más dura para Melissa al hacer aflorar los recuerdos de la muerte de su padre, el productor Edgar Rosenberg, quien se quitó la vida cuando ella tenía cuatro años. Pero pese a las trágicas circunstancias, la hija de la presentadora quiso despedir a Joan entre risas este domingo durante su multitudinario funeral en el templo Emanu-El en Manhattan, donde acudió acompañada de su hijo Cooper (13 años) para rendir tributo a la legendaria comicidad de su madre leyendo una carta escrita de su puño y letra cargada de humor.
"Me siento enormemente agradecida por todos y cada uno de los días que Cooper y yo disfrutamos a tu lado. Eres una inspiración", dijo Melissa en el cierre de su discurso.
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En la actualidad, las circunstancias de la muerte de Joan Rivers están siendo investigadas tras su autopsia no concluyente. Con ello se espera aclarar las razones de las complicaciones derivadas de la rutinaria operación de las cuerdas vocales que acabaron con su vida.