Sahagunense como su esposo, hija de una familia ganadera de Córdoba. Sus padres aceptaron a Efraín porque les pareció un hombre con futuro, hasta que fue acusado de desfalco. Entonces le cerraron las puertas. Pero el amor incondicional que Nazly siempre ha sentido hacia él, hizo que renunciara a su abolengo y lo acompañara en su destierro a Bogotá, donde se casaron sin el consentimiento de su familia.
Le agradece a Dios la bendición de sus dos hijos, pero le pide que ilumine a Manuel para que ejerza su profesión de Químico, pensando más en él y no con un altruismo desmedido. Le preocupa el sufrimiento de su hijo, por eso no ve con buenos ojos la relación de él con una mujer pudiente, en la que ella no confía.
Su preocupación raya en la intromisión, pero puede más el amor de madre que la prudencia. También le ruega que aplaque la rebeldía de Luz del Sol, su hija menor. A pesar de su incapacidad genética para manejar un hogar, la muerte de su suegra, le obliga a asumir las tareas del hogar con nefastos resultados. Desahoga sus frustraciones y un doloroso secreto, tomando a escondidas ron blanco, que envasa en un frasco de antiácido para que nadie se dé cuenta. El tesoro es su oportunidad de recobrar su vida tranquila en Sahagún y su estatus de niña bien.