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Humor colombiano
Humor colombiano
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Jhovanoty no puede de la envidia y se molesta por la nueva canción de Carlos Vives, asimismo, se pregunta si el patrocinio de Epa Colombia en los buses de Transmilenio hará que los acordeones queden lisos como el cabello.
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El joven despierta a su abuelo que se duerme contando ovejas, aunque él le pide que lo ayude a ordeñar a las vacas y a recoger lo de la gallina, este dice que no es capaz y mucho menos de coger los huevos de una vieja que se la pasa comiendo pepas.
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La bruja llega con su poder electromagnético y su cliente se sorprende de todo lo que sabe acerca de su vida, lo que no se logra imaginar es que la mujer tiene el contacto de una chismosa que le cuenta absolutamente todo.
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El comediante se preocupa por las comparaciones que hacen los colombianos con otros países, por ejemplo, si Francia dice que tiene el mejor himno del mundo no debería preocuparles, ya que Colombia tiene el segundo mejor así otros 80 países digan lo mismo.
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Al mejor ritmo, los humoristas relatan su difícil vida de hombres, pues sus mujeres prefieren a los perros de la casa e incluso tienen más comodidades que ellos durmiendo en la cama del perro mientras ellos descansan junto a sus mujeres viviendo muy ¡Wou!
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La mujer recuerda la herencia de su familia, en especial la de su abuela y la de su mamá que eran expertas en raquetiar a su padre cuando llegaba borracho, además revela sus tecnicismos y la historia de cómo practicaba el deporte en la antigüedad.
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Los ancianos conversan por teléfono sobre un artículo sobre la salud mental, pero debido a su sordera no logran entenderse y revelan que por la depresión no prendió bien la olla.
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En el unboxings del Pollo podrás encontrar un colador para jugar tejo, lentes antiempañantes que te dejarán flipando y lo más importante es que lo podrás encontrar en ramazón.
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El comediante llega muy achantado al programa y le cuenta al presentador que su abuelito murió de algo muy absurdo, ya que su amiguita Luz lo ahorcó por un deseo de fuerza solar. Pese a que su abuela quería que lo despidiera con mariachis, él le dijo que no valía la pana, pues antes de morirse ya estaba sordo.
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Los buseteros tienen una conversación bastante particular y cuentan sus molestias acerca de los pasajeros que piden vueltas de un billete de $2.000 y de los “chupas” que les ponen una multa por llevar la luz prendida de la vecina.