Cansada de los acosos que recibe por parte de Urrego y su gente, la abogada decide visitarlo en la Cárcel y dejar los puntos bien claros: no más regalos, no más dinero y no más propuestas de acostarse. Machado está segura de que no lo va a defender.
El capo pensó que su poder sería suficiente para acabar con la rudeza de la abogada, pero ella terminó siendo más dura y lo amenazó con extraditarlo en menos de una semana si no deja de perseguirla. Él quedó desconcertado.