Los empleados de Doña Eduvina intentan convencer a la mujer de que está apunto de cometer un error casándose con un hombre tan joven, pero esta se encuentra cegada de amor por Franco y quiere comenzar de inmediato con los preparativos de la boda.
Por su parte, Franco no deja de pensar en Rosario, pero por despecho y la situación de su familia esta decidido en entregar su vida a una mujer que no ama, pues cree que jamás se volver a enamorar de nadie, mientras tanto, Juan intenta convencerlo de que no lo haga pues será infeliz toda la vida.
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Fernando, luego de irse de la hacienda de la familia Elizondo, acepta la propuesta de Armando de administrar su bar y así intenta hacer su vida lejos de esta familia, no obstante, Gabriela continúa poniéndose en contacto con él.
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Ante los daños que ocasionaron los bandidos en su hogar, los hermanos Reyes no pueden de la tristeza, pues no sabe cómo reparar todos los daños. Sin embargo, están decididos en encontrar al responsable.
Mientras tanto, doña Eduvina, en compañía de sus abogados, le entrega legalmente toda su fortuna a su futuro esposo, esto como primer paso antes de contraer matrimonio.
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Franco le cuenta a Óscar que esta todo listo para su boda, pero este le advierte que si comete esa locura perderá para siempre a su familia y ni toda su fortuna será suficiente para recuperarlos, pues no están dispuestos a recibirle nada.
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A la familia Elizondo le llega la invitación del la boda de doña Eduvina y Franco Reyes y con esto reiteran su teoría de que estos solo son unos caza fortuna y que estaban detrás de ellas solo por su dinero.
Llega el día de la boda y Juan le hace una última advertencia a su hermano para que desista de casarse con esa mujer, o de lo contrario deja de ser su hermano, pero ante la negativa de este le pide que no vuelva a la casa.
Doña Eduvina y Franco ya están en el altar, pero se llevan la sorpresa de que ningún invitado quiso asistir, sin embargo la mujer cree que nada puede dañar su felicidad.
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Los recién casados llegan a la fiesta y allí solo los reciben los invitados de la mujer, la mujer se molesta al ver que todos los dejaron plantados y ordena todos sus empleados celebren con ella su boda.
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Entre alcohol y eufórucos bailes, doña Eduvina celebra feliz su boda hasta que sufre un infarto fulminante que termina con su felicidad y con su vida.
Toda la ciudad se entera de la muerte de la mujer en medio de su fiesta y varios de ellos comienzan a culpar a Franco, señalando acabó con la mujer para obtener toda su herencia.