Arrepentirse de su pasado más alocado no parece formar parte del carácter de Miguel Bosé, quien nunca ha intentado ocultar la etapa de excesos y desenfreno que vivió en su juventud, lo cual no significa que no se alegre enormemente de haber vivido una época en que no existían teléfonos móviles que documentaran su bajada personal a los "infiernos".
"Durante años, cuando nadie sospechaba y no había teléfonos móviles ni medios que te persiguieran, me lo pasé muy bien. Incluso con gente de los medios, complicidad y discreción mediante. Hice todo, lo probé todo, bajé a los infiernos y conocí mi parte oscura. Un buen día me levanté y me dije: 'I've done it. Ya está'. Desde entonces no he vuelto a salir", declaró a la edición española de la revista Vanity Fair.
Pero esa etapa de la vida del cantante ha quedado definitivamente atrás desde que se convirtiera en padre de sus cuatro hijos, en torno a quienes gira su vida en la actualidad. Sin embargo, a diferencia de muchos de sus compañeros de profesión, Bosé no considera que su debut en la paternidad haya influido de ninguna manera en su último disco, 'Amo'.
"[Mis hijos] no han influido nada, en absoluto. Cuando compongo me meto en mi estudio, y allí no entra absolutamente nadie. Lo que sí ha cambiado es que lo he hecho todo en casa, para estar con ellos. Y he vuelto a hablar en primera persona, cosa que no hacía desde hace muchos años. En ese sentido sí tienen algo de culpa", añadió.
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Sin embargo, en contadas ocasiones Bosé todavía deja aflorar su vena más rebelde, como sucedió en su último concierto mexicano, durante el que escandalizó a los asistentes al besar en los labios al guitarrista de su banda, demostrando que en el fondo sigue siendo el mismo cantante provocador y polémico de sus primeros años.