El desparpajo y la indiscutible vena cómica de Melissa McCarthy le han ayudado a convertirse en una de las actrices de moda en la meca del cine, aunque lo cierto es que la estrella no siempre se ha encontrado igual de bien en su propia piel ya que en sus años de juventud solía llorar a menudo por culpa de su peso.
"Cuando tenía ventipocos años lloraba porque quería ser más delgada o más guapa. Aunque es justo reconocer que también lloraba por un montón de cosas más: 'Ojalá mi pelo pudiese crecer más deprisa. Me encantaría tener más pares de zapatos...'. Era una idiota, es una década de lágrimas en vano", aseguró a la revista People.
A pesar de sus inseguridades pasadas, a día de hoy Melissa se niega a perder el tiempo preocupándose por lo que los demás puedan pensar de ella.
"Haría casi cualquier cosa por conseguir que alguien se ría. Me fascinan las personas capaces de pensar: 'No me importa lo que puedan murmurar, esto me queda genial y soy capaz de llevarlo con estilo'. Es un tipo de confianza maravillosa", añadió.
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Sin embargo, la intérprete reconoce que, aunque ella no cambiaría ningún aspecto de su físico, aún no se ha acostumbrado a cierto tipo de comentarios crueles acerca de su talla o de su talento frente a las cámaras.
"Siempre trato de pensar: 'Si no te gusta lo que ves, vete a buscar a alguien diferente'. Pero, por supuesto, las críticas todavía me pueden afectar. En ocasiones simplemente son demasiado crueles, te dan justo donde más duele", confesó.
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Lo cierto es que su popularidad entre el público no ha dejado de crecer en los últimos meses, una fama por la que ha llegado a ser definida como "la nueva novia de talla grande de América", un título que la estrella no termina de aceptar debido a sus connotaciones discriminatorias.
"Es lo mismo que decir que he llegado hasta aquí pese a mi condición. ¿Escribirían algo parecido para referirse a un hombre?", apuntó.
Su combativa actitud a la hora de luchar contra los estereotipos es la razón por la que Melissa quiere que sus hijas Vivian (7) y Georgette (4) -fruto de su idílico matrimonio con el cómico Ben Falcone- valoren más la importancia del sentido del humor que el aspecto físico, para que puedan aprender a disfrutar de la vida de la misma manera que ella.
"Todavía hay momentos en los que Ben y yo nos miramos y no podemos creernos todo lo que hemos conseguido. Me siento como si me hubieran tocado con una varita mágica", concluyó.
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