De pequeña, la modelo Lily Aldridge no se imaginaba recorriendo cuando fuera mayor las pasarelas más prestigiosas, sino dándole patadas a un balón en los mejores estadios del mundo, ya que su gran sueño era convertirse en futbolista profesional.
"Siempre pensé que me iba a convertir en futbolista, que conseguiría una beca para ir a la universidad y que me uniría al equipo de fútbol femenino estadounidense. Mia Hamm era mi modelo a seguir, todavía la admiro a día de hoy", revela la maniquí a la revista Self.
El único inconveniente de la pasión futbolera de Lily es que sacaba a relucir su lado más competitivo en el campo.
"Solía ser muy competitiva. Me ponía muy nerviosa antes de jugar porque lo único de lo que hablaba durante todo el día era de fútbol. Era una maravilla estar sobre el terreno de juego rodeada de atletas, ahí es donde me sentía cómoda", añade.
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Aunque suele ser más habitual verla posando con prendas de diseñador y tacones de vértigo, Lily disfruta mucho más cuando sus trabajos como modelo le permiten mostrar su lado más deportista.
"Para mí es diferente poder ser atlética y tener el aspecto de la mujer fuerte que realmente soy. Creo que las atletas femeninas son muy fuertes y poderosas, para mí esa es una de las cosas más bonitas del mundo".
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