Aunque la mayoría de los actores suelen contar con una segunda opción profesional más mundana en caso de que su carrera interpretativa nunca llegue a despegar, Benicio del Toro está convencido de que si no hubiese logrado hacerse un hueco en Hollywood habría terminado ganándose la vida con una profesión igual de artística, la pintura, a la que se dedicó antes de atreverse a probar suerte en el cine.
"Bueno, no lo sé, pero una de las cosas a las que me dedicaba justo antes de pasarme a la interpretación era la pintura. Pinté unas cuantas paredes, sí, pero lo mío era pintar en lienzos. Si te gustaba el barro, yo era tu hombre. Pero creo que [si no hubiera triunfado como actor] habría intentado con todas mis fuerzas ser bueno como pintor", confesó el intérprete en uno de los episodios de 'Uncensored Roundtable' de The Hollywood Reporter.
En la actualidad, los compromisos profesionales y la vida personal de Benicio -padre de una niña, Delilah (4), fruto de un breve romance con Kimberly Stewart- no le permiten dedicarse a su antigua afición, algo que lamenta profundamente.
"No, ya no pinto. Me gustaría seguir haciéndolo y en algún momento lo retomaré, pero estoy demasiado ocupado. Tendría que encontrar tiempo para ello y, como cualquier otra cosa, tienes que practicar para mejorar. Es un sentimiento muy gratificante cuando mejoras, pero tienes que dedicarle tiempo", reconocía en una entrevista al periódico The Guardian.
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Sin embargo, en ocasiones el actor todavía se sorprende garabateando cualquier cosa mientras realiza otras actividades de su vida diaria.
"A veces todavía dibujo, bodegones. Una botella, un trozo de papel, el reflejo de la botella sobre el cristal. A veces me siento para tener una conversación y me pongo a dibujar el teléfono", reconocía.
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