El director Alejandro González Iñárritu decidió que era hora de hacer las maletas y trasladarse junto a su familia lejos de México porque le resultaba "aterrador" seguir viviendo en un país en el que habían secuestrado a su padre para robarle 50 dólares y a su madre le habían dado una brutal paliza.
"A mi madre la asaltaron, le pegaron una paliza y le rompieron los dientes. A mi padre le secuestraron durante seis horas en un camión, le robaron 5.000 pesos. Eso es literalmente 50 dólares. Era un momento muy, muy aterrador para estar allí", confesó el cineasta en una entrevista al periódico The Observer.
Debido a esas experiencias, el mexicano es incapaz de encontrar cómica la violencia, a pesar de que es un componente que se repite en la mayoría de sus películas.
"Al venir de un país violento, la violencia no me resulta graciosa. Y ahora que el mundo occidental está comprendiendo cómo nos sentimos en mi país, vulnerables en todo momento, la violencia tendrá que dejar de ser divertida", afirmó.
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Sin embargo, aunque lleva 14 años afincado en Estados Unidos, el director sigue extrañando algunos de los aspectos de su cultura, especialmente la comida.
"Fui con mi familia a Perú el año pasado, a Cuzco, y allí venden mazorcas en la calle. Probé una y casi me echo a llorar porque me recordaba a mi infancia, a cómo sabía el maíz en México. Cuando voy a mi país y pruebo el mango en la playa, piensas: '¿Qué co*o está pasando?'. Cuando pruebas un mango en Estados Unidos sencillamente no tiene sabor".
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