La actriz Olivia Wilde está convencida de que su carrera profesional no despegó realmente hasta que se divorció del cineasta Tao Ruspoli con 27 años tras ocho años de matrimonio porque hasta entonces no se aceptaba realmente a sí misma.
"Tenía 27 y me divorcié, y creo que fue entonces cuando realmente empecé mi carrera. Empecé a hacer películas y a embarcarme en proyectos en los que creía realmente. Recuerdo que un buen amigo me dijo: '¿A que es liberador no tener que ser perfecta?'. Y creo que eso es algo que le pasa a todo el mundo, no solo a los profesionales del sector. Al final de los veintitantos te das cuenta de que eres inevitablemente imperfecto, y eso es maravilloso, es lo que te convierte en alguien dinámico. Para mí, personalmente, los 27 fueron el momento en el que me centré en mí misma, en vivir para mí, no para cumplir las expectativas", explica la intérprete en la edición estadounidense de la revista ELLE.
Ahora Olivia comparte su vida con su prometido Jason Sudeikis, con quien tiene a su primer hijo, el pequeño Otis (16 meses). Personalmente, la actriz se alegra de haber comenzado a formar su familia teniendo un niño y no una niña porque cree que los chicos son más "lentos".
"Alguien me dijo que es mucho mejor si tienes un hijo antes porque cuando tienes primero una hija y luego un niño, piensas que tu hijo no es listo. Muchos padres se asustan porque han visto a sus hijas evolucionar muy rápido y piensan que a su hijo varón le pasa algo malo. Pero los chicos son sencillamente más lentos".
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