Además de recurrir a sus redes sociales el pasado domingo para celebrar con júbilo la victoria del socioliberal Emmanuel Macron sobre la ultraderechista Marine Le Pen en las elecciones presidenciales francesas, la Madonna más política volvió a la carga en la esfera virtual para lanzar una afilada crítica a los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense que suelen burlarse de ella y reprocharle el "atrevido" comportamiento que exhibe a sus 58 años de edad.
Y sin salir del contexto de los recientes comicios en Francia, la ambición rubia se ha propuesto sacarle los colores a sus detractores alabando la normalidad con la que el país europeo ha recibido el hecho de que la nueva primera dama, Brigitte Macron, sea nada menos que 24 años mayor que el presidente: un ejemplo a su juicio de la tolerancia y el respeto a la diversidad que definiría a la ciudadanía gala.
"¡Felicidades de nuevo a Emmanuel y Brigitte Macron! Por cierto, un dato gracioso que les ofrezco este lunes es que la nueva primera dama de Francia es 24 años mayor que su marido y que a nadie en el país parece importarle la diferencia de edad ni le reprocha a Brigitte que no actúe 'en función de su edad'. ¡Viva Francia!", publicó la artista en su perfil de Instagram junto a una foto de la pareja presidencial tras confirmarse la victoria del exministro.
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A la combativa artista parece dolerle profundamente la disparidad de criterios con la que unos y otros juzgan a aquellas mujeres maduras que se salen de los patrones de comportamiento convencionales, hasta el punto de tener muy presente todavía el supuesto "boicot" que llevaron a cabo las emisoras de radiofórmula estadounidenses y británicas a los sencillos de su último disco de estudio, 'Rebel Heart' (2015), así como los ofensivos artículos que le dedicó la prensa sensacionalista por tratar de "mantenerse relevante" en la industria del pop a pesar de haber traspasado la barrera de los cincuenta.
Ya sea con mayor o menor acierto, lo cierto es que la reina del pop nunca ha disimulado su gusto por la transgresión a lo largo de sus más de tres décadas de carrera, ya que entiende como una labor fundamental de los artistas la de sacudir los cimientos de la moralidad imperante.
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Por eso mismo tiene sentido que, a pocos años de llegar a los 60, la diva haya querido echarse a los hombros el liderazgo de una nueva "revolución" -como la denomina ella- que erradique la discriminación que sufren las mujeres de su generación que se atreven a romper las normas y tradiciones establecidas.
"Sigo abriendo puertas para las mujeres que vienen detrás de mí. No conozco a muchas mujeres que tengan una carrera en la música pop tan exitosa como la mía. Esperé hasta que fui mayor para tener hijos. He criado a mis hijos sin estar casada. Y sigo expresándome a mí misma y mi sexualidad a los cincuenta y tantos, aunque se considere un tabú: recibo un montón de mier*** por ello. Pero en 20 años, probablemente a Miley Cyrus no le arrojen tanta mie*** por ello", reflexionaba hace dos años en conversación con Billboard cuando la principal emisora musical de la BBC justificó el veto a su último disco al no considerarla apetecible para los oyentes más jóvenes.