Después de varias décadas recorriendo el mundo con sus giras, Julio Iglesias parece haberse quedado sin anécdotas frescas con las que entretener a su entregado público entre canción y canción, por lo que no duda en tomarse ciertas licencias con respecto a la realidad con tal de sorprender y divertir a sus fans.
O al menos eso asegura el humorista estadounidense Mo Mandel -telonero del cantante durante uno de sus últimos conciertos-, quien no pudo quedarse más sorprendido al descubrir que una broma que Julio realizó sobre su romance platónico con su trompetista homosexual no era ni remotamente verdad, empezando por el hecho de que el músico era heterosexual.
"Julio hizo la cosa más rara que he visto nunca hacer a una persona durante un concierto. ¡Juro por Dios que sucedió realmente! Estaba en el escenario frente a 3.000 personas y mientras bailaba señaló de repente a su trompetista y dijo: 'Este hombre es gay. Y si yo también fuera gay, sería mi amante'. Y después siguió como si nada. Después me acerqué al trompetista en cuestión para preguntarle si Julio hacía eso mismo todas las semanas, porque era un poco raro. Me contestó: '¡No soy gay!'. Me enseñó su alianza matrimonial y me explicó: 'Julio está ya tan cansado de hacer giras que dice cualquier cosa rara sobre nosotros durante el espectáculo'", aseguró el humorista a su paso por el programa de Conan O'Brien.
Pero más allá de su afición por 'adornar la verdad', Julio es una de las estrellas internacionales más fáciles de complacer durante sus giras, como demostró el pasado septiembre durante su actuación en el auditorio Citibank Hall de Río de Janeiro, de cara a la cual no solicitó que le organizaran exclusivas fiestas, sino que se conformó con que los organizadores pusieran a su disposición dos bicicletas y que le facilitaran el acceso al jardín botánico de la ciudad.
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Esta actitud tan moderada, que contrasta notablemente con la fama de vividor y conquistador que se forjó en los primeros años de su carrera, es consecuencia de los estragos del paso del tiempo, que le han obligado a cambiar su estilo de vida.
"Todo son sacrificios diarios. Me encanta comer, pero ya no como demasiado. De beber vino, pues más bien poquito. Toda mi vida, hablando físicamente, es mucho más difícil. Solamente cantar se ha ido volviendo cada vez más sencillo", confesaba recientemente el propio Julio al periódico brasileño O Globo.
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